lunes, 7 de septiembre de 2015

Este compendio de locura que lleva mi nombre

         La gente cree conocerme. Creen que por saber cuál es mi color favorito, el día de mi cumpleaños o qué estudio, ya saben todo de mi; que ya saben como soy. ¿Cómo van a conocerme si ni yo misma me conozco? ¿Cómo? Si lo que hoy me gusta mañana me aburre. ¿Cómo? Si en lo que hoy creo mañana se vuelve falacia y al día siguiente creencia de nuevo. ¿Cómo? Si ni yo misma confío en mí. Estoy en un continuo cambio.
          Hay días en los que no soporto que la gente actúe como si ya lo supiera todo de mí, como si no hubiera necesidad de escarbar más, de encontrar algo distinto que no parezca propio de mí pero que sea enteramente mío. Algo que llegue a sorprender. No se. A veces necesito saber que no soy como creen que soy. Otros días me gustaría que alguien llegase hasta el fondo de lo que soy por primera vez. Alguien que crea que vale la pena conocerme de verdad.
          No quiero que me pongan etiquetas. Me niego a dejar que me coman la  cabeza, haciéndome creer que todo lo que piensan de mí es de verdad lo que soy; que lo que ven desde fuera y es tan notorio sea lo único que hay. No quiero que pongan nombres a mis actos o a mis pensamientos. No deseo ser la chica tímida, enferma, débil y cobarde que todos ven. No digo que no sea todo eso, pero sé que no es lo único que hay en este compendio de locura que lleva mi nombre.
          No me conozco y no creo que llegue a conocerme. Tengo una historia que intento desesperadamente cambiar. Tengo sufrimientos a los que no me quiero aferrar. Huyo del dolor, como la mayoría, intentando salir a flote. Estoy confusa. ¿Qué hay que hacer cuando el vacío de tu pecho es tan grande que te impide respirar? ¿Qué se hace frente a la impotencia o al miedo? ¿Cómo hay que actuar cuando ese gran peso sobre tus hombros vuelve a oprimirte hasta asfixiarte? Dime. De verdad, estoy tan perdida que tengo miedo de encontrarme, sin querer, con mi reflejo en este caos y que me de una bofetada de pesimista realidad. Miedo de estar yendo por el camino incorrecto. Miedo de que no haya respuestas que me valgan. Por favor, háblame. Estoy desesperada. ¿Qué hago? Nadie más quiere ayudarme.
          Demasiadas veces me has dicho que confíe en ti. Pero ¿Cómo confiar en alguien cuando todos te fallan? Quieres que me aferre a mi cruz, que me sujete a mi dolor. Eso suena tan contradictorio... Pero tú lo hiciste por mí, ¿no?. Debería poder confiar en ti pero tengo miedo, ya lo sabes. Sólo espero que tú no me falles...

         

No hay comentarios:

Publicar un comentario