viernes, 7 de agosto de 2015

Hoy no se qué escribirte

          Hoy no sé qué escribir. No sé si será porque acabas de marcharte o porque aún no te has ido. En mi cabeza revolotean mil ideas desenfrenadas, que bajan hasta mi estómago para revolucionarlo cada vez que te ven, y morir en un acto de fe cada vez que te vas.
          Hoy no sé qué escribir. Será porque de nuevo la tristeza se cierne sobre este cuerpo, cada vez que me da por recordar. Será porque la sensación de dolor no desaparece ni un sólo milímetro, ni un sólo segundo, o porque al vacío de mi pecho le da por empaparse con oleadas de melancolía, como si eso no me estuviera costando la vida.
          Hoy... no sé qué escribir. Y es porque quizá no sé plasmar lo que siento. Quizá porque si fuera capaz de hacerlo, desaparecería la carga que me atosiga. Quizá no pueda porque no me siento merecedora de que eso ocurra. Tal vez porque eso volvería a alejarme de mi realidad.
          Hoy sé que hay cosas que no debo escribir. Corro el riesgo de morir ahogada y aún así prefiero el trágico suicidio, lento y doloroso, que tarde o temprano provocará ésta amargura, antes que el llegar a envolverte a ti en esta sucia negrura. Hay tantos fantasmas revoloteando aquí a mi lado, manipulando mi cabeza, cambiando mis pensamientos. Cada cual ha de vivir con sus culpas. Hay cargas más pesadas que otras y ya sé que no se nos dan batallas que no podamos librar, pero a veces es más fácil perder la fe, que culparse a uno mismo... Sé que soy un desastre.
          Hoy no sé qué escribir porque soy plenamente consciente de que tú eres el único que llena de luz los pequeños recovecos que aún quedan vivos de mi miseria. Tú, el único capaz de recoger mis cenizas, de secar mis lágrimas.
          Supongo que ésta es mi forma más descarada de enviar un mensaje de socorro con tu nombre. No sé siquiera si llegarás a verlo, si vendrías a salvarme...
          Hoy, todavía, no sé qué escribirte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario