viernes, 17 de julio de 2015

Tormenta

          Hoy hay tormenta. Corro por la calle, perseguida por destellos de luz que llenan el cielo de estruendosos azules eléctricos. La lluvia cae con fuerza. La ropa se ha fusionado con mi piel formando una correosa coraza, incrementando el peso de mi cuerpo y la lentitud de mis pasos. Las calles están vacías pero a su vez llenas de mirones, refugiados en el interior de sus casas, contemplando atónitos el espectáculo celestial.
          Otro fogonazo. Otro trueno resuena en lo alto erizándome la piel. Me encantan las tormentas. Me gusta imaginar que hay una gran batalla en el cielo. Al menos creo que sería la banda sonora más épica para cualquier guerra atroz.
          Es como si el cielo estuviera de luto. Como si llorara desesperado por la muerte de sus hijos. Como si la parca se los hubiera arrebatado. Como si, desesperado y roto por el dolor, gritara impotente. Puede llegar a ser angustioso.
          La tormenta es una representación de un sentimiento puramente humano, a manos de una fuerza terrenal de una magnitud impresionante. O al menos así lo veo yo...
          Llueve tanto que creo que sería más inteligente tirarme al suelo y nadar que seguir caminando cargando el peso del agua sobre mis hombros. Ésta tormenta refleja perfectamente como me siento. Mi tormenta interior también es angustiosa. Levanto los ojos como pidiéndole al cielo piedad. Al instante una refulgencia blanquecina lo recorre entero y su sonido, que corre kilómetros hasta llegar a mis oídos, me sirve de respuesta. Agacho la cabeza y sonrío. Me reconforta saber que el cielo sabe cómo me siento.
         

lunes, 13 de julio de 2015

Pequeñas reflexiones

          La vida no está en esas nebulosas a las que llamáis planes, sino en los detalles que, como la poesía, vuelan delante de nuestros ojos mientras nos esforzamos por ignorar su belleza.

La huida

          Corro. Mis pies, descalzos y veloces, casi vuelan por encima de la suave hierba. Puedo olerla, mojada por el rocío. Zigzagueo entre los frondosos árboles, evitando sus cortantes ramas, con la agilidad propia de un puma. Oigo los pesados pasos de mi persecutor y el estruendoso ruido que hace al chocarse con todo lo que yo voy esquivando. Intento correr más. El viento silva en mis oídos y se cuela entre mi pelo, alborotándolo. Choca contra mis ojos semicerrados provocándome lágrimas que empañan mi visión.
          Llego a una zona pedregosa y mis pies se vuelven resbaladizos. Me invade un dolor que intento ignorar. Hay otras prioridades. Tengo que correr aún más. Noto su gélido aliento en la nuca. Se acerca. Aprieto el paso. He de huir. Intento que mis piernas se muevan más deprisa. Más, más, más. De repente el bosque se termina. Un gran acantilado aparece ante mí. Freno de golpe anteponiendo mi pierna derecha y levantando polvo. El aire me quema en los pulmones y respiro con dificultad. Mi corazón intenta huir de mi pecho con acalorados latidos. Echo una rápida mirada hacia atrás y lo que veo me sirve para tomar mi decisión.
          Tomo carrerilla y corro hasta el borde del acantilado. Salto sin dudarlo ni un momento y extiendo los brazos, recibiendo mi posible muerte, antes de que mi cuerpo se estrelle contra las olas. No me invade el miedo. Algo me da esperanzas. No se si será la brillante luz del sol poniéndose. Noto un crujido en mi espalda, como de cristales molidos o huesos rotos. Mi piel se abre dejando paso a dos brillantes alas negras. El mar se acerca hacia mí a una velocidad vertiginosa. Mis alas, aún entumecidas, se niegan a abrirse. Con algo de esfuerzo y con el agua a pocos metros de mí consigo extenderlas. Las extiendo y mi descenso frena de golpe. El aire las mece suavemente. Consigo alzar el vuelo y me siento al fin libre.

jueves, 9 de julio de 2015

Humo

          Humo. Se escapa entre sus dientes, entre sus labios y lo impregna todo de un sabor a muerte. Con cada calada una puñalada en mi espalda. Cada bocanada de aquel veneno le resta momentos a nuestra vida compartida, por ahora contada en horas, pero que en un futuro se contará en años.
         Negro. Empaña la pared de nuestros pulmones dejándolos secos de vida. Vicio caro en todos los sentidos. Si sólo pudiera pedirle al que limpia nuestros cuerpos del negro de nuestras almas que limpie igual su vida destrozada adrede a base de pequeños ataques... Si sólo pudiera convencerle... En el fondo es su cuerpo, su vida, tan importante para mí y sin importancia al parecer para él. Mis palabras no tienen peso en sus oídos.
          Amarillo. Se queda pegado en la pared de sus dientes, en la piel de sus dedos, como marca permanente de su simple suicidio. El suyo y el de mucha gente ingenua como él. Cree que eso es decidir sobre su vida y en el fondo ¿Qué le aporta? Empaña mis besos con sabor a ceniza, mis recuerdos a su lado con olor a humo...
          Todo esto puede sonar exagerado. Muchas de las cosas que escribo pueden no suceder pero mirándote a los ojos te pregunto ¿Y si un día te veo morir a causa del veneno que tú mismo te tomas? Si la muerte te lleva por ese motivo no podré evitar sentirme culpable, así que perdona mis palabras exageradas hoy si el día de mañana me libran de perderte prematuramente.
         

miércoles, 8 de julio de 2015

Sensaciones

          Me gusta congelar momentos. No entiendo a ese tipo de gente que necesita estar continuamente inmerso en una conversación, normalmente trivial. A mi me encanta detener el tiempo un momento. Disfrutar de pequeñas sensaciones que escapan a la percepción de un mundo siempre con prisa. Hay veces que necesito quedarme en silencio, necesito contemplar detalles que de otra manera me perdería, necesito detener mi mundo un instante. Acariciar la hierba y sentirla suave bajo mis dedos, sentir el movimiento de una ráfaga de aire sobre la piel, disfrutar de un beso lento... Detener un instante no cuesta nada, basta con salir de uno mismo, con relajarse y fijarse en lo que te rodea, en lo que sucede que no tiene que ver contigo pero que está ahí. Busco sensaciones, es algo que no puedo evitar. Busco pensar por mi misma, analizar, ver, comprender... sentir en definitiva.

martes, 7 de julio de 2015

Frío

          Frío. Es bastante incómodo sentir este frío. Incómodo a lo mejor no es la palabra que busco. Es... intenso, melancólico, abrasador. Mis manos rojas acarician la nieve suave. El hielo se introduce por todos los poros de mi piel al contacto con la misma. Un tintineo me viene a la cabeza en forma de recuerdo. Antes la nieve, el frío y esas cosas no me gustaban, quizá porque llevaba demasiado tiempo en mi invierno interior, pero por primera vez podía apreciar las sensaciones tan arrebatadoras que producen. Muevo la mano mientras sigo acariciando la nieve y nuestros dedos se rozan. Los suyos escalan por mi mano, mi brazo, mi mejilla. Él ha logrado que me guste la nieve. Me sonrojo y levanto la mirada. Sus ojos verdes me observaban de antes. No se cuando tiempo llevamos aquí sentados en la nieve. Levanto mi mano y le acaricio la cara. Él reacciona al frío de mi piel pero no se aparta, sólo cierra los ojos levemente y sonríe. Me encanta que sonría. Se acerca a mi cara y me besa suavemente los labios. Tiene la nariz fría en contraste con sus labios que arden. Sostiene mis manos entre las suyas. Sólo él podía conseguir que me gustara la nieve.     

lunes, 6 de julio de 2015

La Guerra de los Pájaros

          Me despierto empapada en sudor. Habré dormido apenas 4 horas pero doy gracias por cada minuto de ellas. Me encuentro entumecida y tengo los labios secos. No recuerdo nada de lo que he soñado. La luz entra a través de la persiana medio bajada y crea un juego de luces y sombras rectangulares que se proyectan en la pared. Miro a mi alrededor y todo sigue igual que ayer. Siento un escalofrío cuando una pequeña brisa invade la habitación. Oigo los pájaros cantando fuera y deseo con toda mi alma que se callen. El dolor de cabeza me palpita en las sienes. Cierro un momento los ojos hasta que el dolor mengua un poco y después me levanto, despacio, evitando el mareo. Esto de estar enferma es horrible. Voy dando tumbos al salón deseando que haga menos calor que  en mi cuarto. Me derrumbo sobre el sofá. Ésta sensación de frío en el cuerpo y calor en las mejillas me mata. La ventana abierta de par en par va a dar a un parque donde el ruido de los pájaros es más fuerte. Hago otro esfuerzo por levantarme y la cierro. Aún así los oigo. Pongo los ojos en blanco y de nuevo me arrastro pesarosa hasta el sofá. No tardo en volver a quedarme dormida y como de costumbre tengo uno de los sueños más irreales y locos que se puedan imaginar:
          Soy espectadora de una gran batalla librada sobre los árboles. Veo un pequeño pájaro posado en una rama de espaldas a mi. Se mueve inquieto, nervioso. Se gira. No puede tener una pinta más graciosa y temible a la vez. Lleva una cinta negra alrededor de su pequeña cabecita. Debajo de sus ojos dos líneas negras horizontales. Sobre su pecho una pequeña ametralladora. Me mira y asiente como diciendo "empieza el juego" y al instante salta de la rama y echa a volar. Le veo elevarse directo a la batalla. Lleva su arma cargada y no duda en empezar a disparar a su enemigo. Me llevo una sorpresa al darme cuenta del sonido que su arma produce al ser disparada. Lo que siempre he pensado que eran sus vocecitas chillonas piando de un lado para otro resultan ser atroces disparos. Disparos que hieren y matan de verdad. Estaba en medio de la guerra de los pájaros. Una guerra por la supervivencia. En ese momento cientos de pájaros de distintos tipos entraron en escena. Muchos caían fulminados al suelo. Otros luchaban totalmente mudos, dejando hablar a sus armas. El pajarillo que me había guiado hasta aquel atroz espectáculo se movía con agilidad, disparaba con precisión. Yo contemplaba con horror aquella masacre. No entendía nada. De repente un ruido fuerte y seco cruzó el cielo. Unas garras se asomaron  de repente mientras mi pequeño gorrión no podía escapar de su momentánea prisión entre ellas. Un águila, eso acababa de pasar, un águila había secuestrado a mi pequeño guerrero. Le vi luchar con todas sus fuerzas por liberarse pero fue inútil. Grite como si eso fuera a servir de algo y el tiempo se detuvo un instante. Los disparos cesaron llegando a mi un silencio atronador. El águila subió y subió en vuelo hacia el cielo y cuando creyó estar lo suficientemente alta comenzó a bajar en picado hacia mi. Estaba cada vez mas cerca con sus enormes alas pegadas a los costados y su amenazador pico alzado contra mi. Se acercaba a más y más velocidad cada vez. Yo no podía moverme aún sabiendo que estaba en peligro. Cuando el enorme animal estuvo a dos metros de mi abrió las alas y puso las garras por delante. Paró en seco a dos centímetros de mi cara soltando un fuerte grito.
          Me despierto de nuevo sobresaltada, con el corazón en la garganta y el pulso a mil. Ha sido un sueño de lo más raro. Decido que ya he dormido suficiente por hoy. Miro por la ventana y un pequeño gorrión está apoyado en el alféizar. Me mira con expresión desafiante. Después alza el vuelo y se pierde entre los árboles.

sábado, 4 de julio de 2015

Finalidad de mi blog

          Últimamente tengo sueños a los que creo poder sacar provecho. Escribir esas ideas, esas imágenes que apenas recuerdo unos momentos, pero que me dejan sensaciones que quiero poder transmitir aquí. Mis entradas, espero que sean esas historias que mi mente quiera crear. Espero que quién quiera pasarse por aquí a leer estas cosillas, se divierta o al menos pueda llegar comprender lo que yo siento. También espero que quien lea esto no llegue a conocerme mejor de lo que me conozco a mi misma, aunque si así es espero no asustaros.

miércoles, 1 de julio de 2015

Entre musas inmarcesibles

          Las musas revolotean a mi alrededor. Son caprichosas, no dejan que las toque. Llenan mi cabeza de ideas brutales, de vidas pasadas y de romances perdidos. Son precursoras de historias inmarcesibles a lo largo de los tiempos. Hablan de artes, de miedos, de juegos vitales... Son crueles y dulces como la vida. Culpables de las obras más bellas de la mano de las más grandes mentes capaces de transmitir sensaciones inimaginables. Las musas llenan la vida de significados sin sentido. Son absurdas representaciones del carácter humano que huye de la maldad inherente en el hombre.

          Las musas....en fin.